Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

«Países de la OCDE enfrentan una tasa efectiva de impuestos de 40,1 %, carga fiscal inferior a la colombiana»


«Países de la OCDE enfrentan una tasa efectiva de impuestos de 40,1 %, carga fiscal inferior a la colombiana»
Actualizado: 21 junio, 2018 (hace 6 años)

Aquí hablaremos sobre...

  • ¿De qué forma deberá aprovechar esta oportunidad el nuevo Gobierno?
  • Acogerse a las pautas de esta organización ¿podría poner en problemas a sectores económicos del país? ¿Cuáles? ¿Por qué?
  • Perteneciendo a la OCDE, Colombia tendría que acercarse a un peso en cuanto a impuestos del 35 %, pero el país está lejano. ¿Esto puede ser una soga al cuello?
  • Desde la OCDE se exigirá acercarse al promedio que manejan en gastos de educación, salud, protección social, entre otros ítems. ¿Está preparado para esto el país hoy por hoy?

Andrés Espinosa Fenwarth, economista, docente y consultor de la FAO, Cepal y UNDP, entre otras entidades, afirma en Actualícese que la asfixiante carga fiscal que agobia al país es la resultante de elevadas tarifas de renta, el 4 x 1.000, el impuesto de industria y comercio, el IVA no descontable de los bienes de capital, entre otros tributos.

La semana anterior, Andrés Espinosa Fenwarth, CEO y socio de Inverdies Ltda. Compañía de consultoría agropecuaria, económica y comercial; consultor de la FAO, Cepal, UNDP, DNP, Misión para la Transformación del Campo y de empresas nacionales y extranjeras, nos explicaba la hoja de ruta por la cual tuvo que pasar Colombia para ingresar a la OCDE, la forma en que actúa esta organización en cada país y los obstáculos que se le presentaron al país en el proceso. Hoy, continuamos este diálogo donde desarrollamos otras temáticas.

¿De qué forma deberá aprovechar esta oportunidad el nuevo Gobierno?

La evaluación periódica y sistemática de los asuntos económicos y sociales que hace la OCDE, y la consecuente y permanente comparación de Colombia con las economías más avanzadas y desarrolladas del planeta, nos permitirá medir avances y retrocesos en estos asuntos, a fin de ajustar las velas de la política pública y aprovechar de mejor manera los vientos de la globalización. La activa participación a nivel diplomático y técnico en el seno de la OCDE puede mejorar de manera sustancial la calidad y la pertinencia de las políticas públicas en al ámbito de los comités en los cuales Colombia participó en materia laboral, corrupción, educación, gobierno corporativo, innovación, gobernanza pública, política regulatoria y educación, entre otros asuntos.

Acogerse a las pautas de esta organización ¿podría poner en problemas a sectores económicos del país? ¿Cuáles? ¿Por qué?

De acuerdo con la OCDE, la política agropecuaria colombiana, y en particular, el apoyo al productor rural en Colombia se basa fundamentalmente en instrumentos muy distorsionadores y menos eficientes para aumentar los ingresos de los productores: protección en frontera, pagos por producción y subvenciones de insumos, entre otros. Esta aseveración de la OCDE representa el fundamento central de su contradictoria opinión, habida cuenta que diseñó sus indicadores a la medida de sus miembros fundadores, esencialmente de los países industrializados, que por su tamaño económico y escala productiva, tienen la capacidad de afectar con sus políticas los mercados internacionales agropecuarios.

Es necesario hacer hincapié, además, que Colombia es un país tomador de precios internacionales en los mercados agropecuarios. Sin embargo, la metodología usada por la OCDE les permite concluir como si fuera al revés, es decir, que Colombia tiene la capacidad de influenciar los precios internacionales, lo cual es una deducción totalmente alejada de la realidad del mundo agrícola actual. En particular, resulta curioso que el principal indicador del soporte agropecuario no esté basado en los subsidios agrícolas, sino en las medidas en frontera representadas por el diferencial de precios externos y domésticos.

La lógica de la OCDE en esta materia tiene que ver con un mundo de competencia perfecta, con información perfecta, productos homogéneos y perfecta movilidad de factores, que no existe en la agricultura moderna, menos aún en la colombiana, de suerte que si no hay distorsiones de mercado, los precios domésticos se igualarían con los precios internacionales, con lo cual no habría una transferencia de recursos monetarios de los consumidores –ni de los contribuyentes– a los productores.

“Colombia tiene la soga al cuello en materia tributaria hace años”

Pareciera entonces, que la OCDE utilizara un rasero amplio para medir la política agropecuaria de sus miembros, y otro muy distinto, estrecho, para valorar las políticas del agro de países como Colombia, interesados en ingresar a esta organización. En el caso colombiano, es claro que el mercado doméstico agropecuario no opera en condiciones de competencia perfecta. La OCDE de manera errónea asume que en el caso de Colombia, la pérdida de bienestar resultante del mercado doméstico es generada exclusivamente por las políticas oficiales a favor del sector agrícola, que presume sin fundamento alguno, son distorsionantes. En consecuencia, las recomendaciones de la OCDE en lo que tiene que ver con la política agropecuaria deberían tomarse con precaución y prevención extrema.

Perteneciendo a la OCDE, Colombia tendría que acercarse a un peso en cuanto a impuestos del 35 %, pero el país está lejano. ¿Esto puede ser una soga al cuello?

Colombia tiene la soga al cuello en materia tributaria hace años. De acuerdo con el informe anual del Banco Mundial y PWC de 2018, que analiza los regímenes fiscales en 190 países, la tasa efectiva de tributación en Colombia es de 69,8 %. Este nivel de tributación nos coloca en el puesto 182, uno de los peores del planeta.

Los países de la OCDE enfrentan una tasa efectiva promedio de impuestos de     40,1 %, carga fiscal muy inferior a la colombiana. Ahora bien, es previsible que el promedio de tributación de los países de la OCDE se reduzca sustancialmente con la rebaja impositiva adoptada por Estados Unidos, resultado de un gigantesco paquete de recortes de 1,5 billones de dólares en 10 años, que combina reducciones en todos los tramos sociales con la mayor rebaja del impuesto de sociedades en la historia reciente de Estados Unidos del 35 % al 21 %, un tercio de la carga impositiva nacional.

La asfixiante carga fiscal que agobia al país es la resultante de elevadas tarifas de renta, el impuesto a los movimientos financieros de cuatro por mil, el impuesto de industria y comercio, el IVA no descontable de los bienes de capital, los aranceles a las importaciones de bienes de capital, la renta presuntiva, el impuesto al patrimonio, los prediales, los impuestos de registro y estampillas.

Ahora bien, los gravámenes reales de empresas en Colombia fluctúan entre el 60 % y el 79 %. La combinación de renta presuntiva e impuesto al patrimonio para una persona natural genera tasas impositivas confiscatorias del 164 %. Adicionalmente, la comisión de sabios tributarios muestra que la tasa de tributación de las empresas agropecuarias es de 104,6 %. Así las cosas, el país requiere una reforma integral que nos quite la soga del cuello, simplifique el régimen tributario y reduzca la tributación y la evasión.

Desde la OCDE se exigirá acercarse al promedio que manejan en gastos de educación, salud, protección social, entre otros ítems. ¿Está preparado para esto el país hoy por hoy?

Colombia tiene uno de los gastos de educación, salud y protección social más elevados de Latinoamérica, el cual, a nivel nacional y regional, superan según la CEPAL el 22 % del PIB, siendo más elevado que el de Chile (16 %) y  México          (13 %). En consecuencia, no vemos dificultad alguna en este aspecto, dado que estamos mejor referenciados que los otros dos miembros latinoamericanos de esta organización.

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