Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Alberto Carrasquilla dice que para aplicar la renta toda la población trabajadora debe estar formalizada.
Se deben identificar claramente las características socioeconómicas de los hogares.
Hay que definir una renta básica ajustable en el tiempo, en función de la inflación y el progreso económico del país.
En nuestro editorial Renta básica para los más afectados por el COVID-19: ¿en qué consiste la propuesta?, publicado el 15 de mayo de 2020, describíamos la propuesta de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –Cepal– para que los Gobiernos garanticen transferencias monetarias temporales inmediatas para satisfacer necesidades básicas y sostener el consumo de los hogares más vulnerables en medio de la pandemia.
Para la entidad, en el largo plazo el alcance de dichas transferencias debe ser permanente e ir más allá de las personas en situación de pobreza. De igual manera, llegar a amplios estratos de la población vulnerable, lo que permitiría avanzar hacia un ingreso básico universal.
El ingreso básico de emergencia –IBE–, como ha denominado la Cepal a la propuesta, «se debe implementar inmediatamente, con perspectivas de permanecer en el tiempo de acuerdo con la situación de cada país».
Como respuesta a la propuesta formulada por la Cepal, 50 senadores presentaron una propuesta de renta básica, la cual consiste en destinar cerca de 40,5 billones de pesos (4 % del PIB) para beneficiar a cerca de 34,5 millones de colombianos afectados por el COVID-19.
La propuesta busca que, desde el Gobierno, se destinen los recursos para entregarles un (1) salario mínimo con todas las prestaciones sociales ($1.409.000) a las personas afectadas por el COVID-19, que son alrededor de 3,5 millones.
Asimismo, se contempla entregar un salario mínimo a 9,5 millones de hogares pobres del país, medida con la cual se llegaría a una cobertura de cerca de 31 millones de colombianos.
Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, dijo el 25 de mayo de 2020, en entrevista con El Tiempo, que la idea es un paso hacia adelante y positivo en materia de política social, pero es necesario ejecutarla muy bien, lo que es una tarea exigente, como lo ha sido el Ingreso Solidario.
«Por razones operativas no comparto la idea de que los programas existentes, construidos con cuidado y mucho éxito durante décadas enteras, se eliminen de tajo y se sustituyan por el esquema de renta básica», dice Carrasquilla.
Para aplicar se deben tener en cuenta tres puntos, como son:
Desde el punto de vista del ministro, este esquema se usaría de una forma muy intensa en períodos de crisis y menos intensa en períodos de normalidad.
«Es muy, pero muy exigente en materia de la cantidad de información necesaria, en materia del procesamiento ágil de dicha información y en materia de la capacidad operativa que asegura que los recursos lleguen mes tras mes en los montos correctos a los hogares correctos», reiteró el ministro.
Desde el punto de vista de la Agencia de Información Laboral de la Escuela Nacional Sindical, tener una renta básica universal evitaría la duplicidad de los subsidios, es decir, un monto fijo permanente es mejor que varios subsidios que se dan de forma desorganizada y transitoria.
Son múltiples las consideraciones técnicas y políticas necesarias antes de calcular el monto exacto.
«Estas variarán según los distintos indicadores existentes para medir la línea de pobreza, el valor monetario de un mínimo vital, el PIB per cápita, el recaudo y la distribución por ingresos del sistema tributario, entre otros», explica la entidad.
La creación de una renta básica universal requiere un revolcón progresista del sistema tributario en términos redistributivos, además de una transformación del sistema social del país.
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