Con seguridad, lo que unos aplaudan otros reprobarán. Triste realidad de una profesión dividida por el odio, que no sabe estimular lo bueno y rechazar lo malo. Lo que es claro es que la profesión o cambia o desaparece, porque otros asumirán su tarea con conceptos y procesos de avanzada.
No estamos obligados a acoger las decisiones de los emisores de estándares como IASB, IAASB o IESBA.
Muchos abogan por que nos demos nosotros las soluciones que necesitamos, pero la academia está ocupada en otros asuntos. No podemos quedarnos en la incertidumbre por una soberanía mal entendida.
Como las acciones civiles, penales y contravencionales tienen un plazo durante el cual se pueden ejercer (por ejemplo, cinco años), el profesional debe estar dispuesto a dar cuenta y razón de lo que hizo y del estado de los asuntos durante su encargo.
Ninguna persona puede, aun siendo contratante laboral, obligar a un contador a obrar en contra de los principios de contabilidad generalmente aceptados o a expedir atestaciones falsas. Si un contable traiciona sus deberes básicos, será culpable así haya sido presionado por un tercero.
Muchos jóvenes tienen mala información sobre el mercado laboral. Algunos creen que al salir van a recibir el triple de lo que realmente obtendrán. Otros piensan que van a tener muchas personas a cargo para darles órdenes. El golpe es duro cuando se despeja la bruma y ven con claridad.
Los contadores tienen que pegarse un pellizco y despertarse, porque ahora habrá que buscar con más ahínco otros clientes, debido a las nuevas tendencias. Ser buen empresario supone una inmensa información en lo que, precisamente, son expertos los profesionales de la contabilidad.
Aprovechando la coyuntura del Día del Contador, dialogamos con 14 profesionales, entre Contadores Públicos Independientes, Auditores, Docentes, Revisores Fiscales, Miembros de Agremiaciones, Consultores e Investigadores, sobre lo que vale la pena resaltar de nuestra profesión, en lo que hay que trabajar más y la visión del mañana.